Normalmente en nuestra vida
tratamos de proteger nuestra intimidad de la mejor manera posible, o al menos
eso pensamos, puesto que no somos conscientes de hasta qué punto nuestra
intimidad queda expuesta al hacer uso de internet.
La sociedad evoluciona
rápidamente, pero tal vez, las tecnologías lo hacen con mayor rapidez, de forma
que sus límites sobrepasan nuestro conocimiento, siendo desconocedores de lo que
éstas son capaces de hacer.
Tanto es así que, desde hace
años y cada vez de forma más acentuada, nuestra intimidad está expuesta a
cantidad de elementos tecnológicos que siguen nuestro rastro por la Red.
Seguramente le resulte
familiar esta experiencia: está mirando vuelos, hoteles, o tiendas de ropa por
Internet e inmediatamente comienzan a
aparecer en su pantalla anuncios sobre otras páginas similares, e incluso
recibe correos electrónicos exponiéndote ofertas y alternativas.
Esto sucede porque cada vez
que visitamos una página web, las cookies se almacenan en nuestro equipo, la dirección
IP desde la que estamos conectados queda registrada, y las informaciones sobre
nuestro perfil, las páginas visitadas y los datos aportados en formularios son
relacionadas y guardadas en una base de datos.
A este excesivo control, hay
que sumarle la expansión de tabletas y smartphones, que ha supuesto más aun el despojamiento
de nuestra privacidad, puesto que no solo rastrean nuestros datos cuando usamos
el ordenador, sino que siguen nuestros pasos de manera constante a través de
los múltiples dispositivos.
Un buen ejemplo es el de Google, que amenaza incluso por convertirse en el nuevo Gran Hermano.
Google es un buscador que almacena
todas las búsquedas en línea; una red social, reconocida como Google Plus; un
servicio de correo electrónico (Gmail); una tienda de aplicaciones para Android
(Google Play); una gran empresa propietaria de multitud de paginas como google
maps, blogger o Youtube; y dueña de una de las mayores redes publicitarias de
la Red, DoubleClick.
El imperio Google recopila información
y datos de cada una de esas páginas, siguiendo absolutamente todos los pasos
que cada usuario da con su ordenador, tablet o smathphone.
Facebook también hace excesivo
uso de su intimidad, con la opción de Me gusta y el servicio Facebook Connect,
en el que el usuario puede utilizar su identidad Facebook para registrarse en
otros sitios.
Está claro que proteger
nuestro ámbito más personal es uno de los grandes inconvenientes que conlleva
la era de la información.
Las únicas personas capaces de limitar la información personal que aparece en internet y de reclamar por nuestro derecho de intimidad somos nosotros, puesto que, tal y como alega la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD):
“Ningún ciudadano, que no goce de la
condición de personaje público ni sea objeto de hecho de relevancia pública,
tiene que resignarse a que sus datos personales circulen por la Red. Siempre
tendrá derecho a pedir la cancelación”.
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