Indiscutible es la idea de que
estamos en la era de la comunicación, pero a su vez es irrefutable que nuestras
palabras cada vez significan menos y los medios cada vez están mas
amenazadoramente unidos a nosotros.
Situémonos unos años atrás, antes
de que apareciera WhatsApp y proliferaran las redes de comunicación, cuando los
seres humanos únicamente utilizaban su dispositivo móvil para llamar y
ocasionalmente enviar un SMS de 160 caracteres.
Muchos tendréis un leve recuerdo, otros ni siquiera
os acordareis, o incluso no habréis vivido esa época de simplicidad
tecnológica. Si os ponéis a pensar cómo era el mundo antes de los smartphones y
los teléfonos inteligentes, incluso podéis llegar a considerar que su inexistencia
suponía una aberración para la humanidad.
Lo cierto es, que cada vez nos
estamos haciendo más esclavos de las nuevas tecnologías. Somos cautivados y
seducidos por ellas y cualquier individuo con un mínimo de prestigio y dignidad
debe poseer los más sofisticados aparatos que permitirán la interconexión e
información en tiempo real de cualquier lugar del mundo.
La drástica e inapelable
revolución de las nuevas tecnologías ha derivado en una absoluta dependencia de
los teléfonos, pasando de ser el móvil un simple portador de diálogos
telefónicos con un mínimo de trascendencia a convertirse en cómplice de
infinitud de conversaciones que muchas veces carecen de significado y
relevancia.
Tenemos tantas facilidades para
comunicarnos con los demás que no la valoramos, lo cual desemboca en
conversaciones estúpidas sin un mínimo de coherencia.
Cada vez hablamos más de forma
vana e insustancial. Capaces de escudar nuestros sentimientos detrás de una
pantalla e incapaces de manifestarlos cara a cara.
El valor de las palabras cada vez
es más insignificante y banal. Su disminución es proporcional al crecimiento de
la importancia de la tecnología en los individuos.
Posiblemente sea hora de
reflexionar y cavilar acerca de las repercusiones que esta nueva era de la
tecnología y la comunicación está teniendo sobre la sociedad
Campaña de DTAC, una poderosa compañía móvil tailandesa
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